Quizás la lluvia me activa, el sonido de las gotas me va sacando de a poco la modorra para actualizar el blog. Quizás así pasa con todo, esperamos los momentos oportunos para todo; o sólo son esos momentos en los que no hay otra cosa para hacer que dejarnos ser y dejarnos llevar porque no nos queda otra, porque es eso o tirarnos en el sillón a hacer zapping o repetir un capítulo de Friends.
Es sentarnos e intentar dejar salir algo que sabemos que tenemos, pero no encontramos el código de seguridad y desbloqueo. Es como cuando querés tapar una botella pero la tapita es de otro diseño.
Y de golpe me encuentro tal vez entendiendo la postura de alguien que hace 5 días atrás estaba insultando. Entendiéndola porque ahora adopto la misma postura yo frente a otra persona. ¿Y si todo se trata de eso? De actuar de una determinada manera por miedo, sin saber que para los demás quedamos como imbéciles, histéricos, pelotudos o demasiado narcisos. Hay que cambiar de posición, de lugar. Hay que ponerse los zapatos del otro e imaginar que otro tiene los nuestros. No necesariamente tenemos que sentir como el otro ni pensar como este otro. Ahora el otro está en mi anterior posición, y yo estoy en la posición del nuevo otro. Todo está cambiando. Todo va rotando. Ahora es mi turno de entender.
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