Hay ilusiones que nos mantienen vivos. Todos tenemos una.

domingo, 18 de mayo de 2014

35 y mi amor por River.

River me dio eso. Momentos de increíble felicidad como el de ayer a la tarde; cuando con cada gol se me caían las lágrimas, abrazando a mis amigos y a desconocidos que al igual que yo, sienten una pasión insuperable. Desde hacía varias fechas, caía en la cuenta de que cuando cantaba desde la tribuna "para ser campeón hoy hay que ganar", "que esta hinchada se merece ser campeón", "quiero un campeonato para festejar", hablaba de algo que estaba muy cerca. Algo que cantás siempre y quizás no notás que está a tu alcance, que de verdad se puede, que de verdad estás cerca. Y tuvimos muchas veces la chance de quedar solos en la punta, y la desperdiciamos. Me enojé, lloré de bronca, puteé, discutí, me fui a dormir con cara de orto. Y después hubo algún partido donde todo se reivindicó, donde las esperanzas volvieron a estar a flor de piel. Y yo te seguí amando River, como te amo cada día de mi vida, apenas abro los ojos y antes de cerrarlos también. Te amo cuando hay esperanzas, te amo cuando todo parece estar dicho y terminado, te amo cuando me hacés enojar.

River me dio eso. Momentos de tristeza, de desesperación, de preocupación. Momentos en los que volvés la vista atrás y no podés evitar caer en esa comparación absurda... el más ganador del país, el 3 veces tricampeón, el campeón del siglo... Y estás ahí otra vez, sentado frente a la pc con el hecho totalmente masoquista de entrar a youtube y ver videos del descenso, del Nacional B, de todo lo que sufrimos, padecimos, lloramos. Son esos momentos en los que sabés que tocaste fondo, y hay que resurgir.

River me dio eso. Peleas con amigos y familiares, que no entienden esta pasión, que no la comparten, que les molesta, que les enoja. Que no comprenden por qué te hacés más de 300km sólo por ver "a un club de fútbol" o a "11 pelotudos corriendo detrás de una pelota" por 90 minutos. Que no perdonan que faltes a cumpleaños, reuniones familiares, acontecimientos importantes por ir a la cancha o por juntarte con amigos a mirar el partido por tele cuando no se puede ir. Porque no lo consideran importante, no se dan cuenta que es TU RAZÓN DE SER. Se enojaron, se enojan, SE VAN A SEGUIR ENOJANDO. Todos tenemos una pasión, ésta es la mía. River es la mía. River es mi vida. No consigo expresar en palabras la felicidad que siento cuando lo veo salir a la cancha, cuando canto a los gritos que soy de River, que lo quiero y que lo llevo adentro del corazón.

River me dio eso. Personas con un valor humano increíble; que no sólo son gigantes porque comparten tu misma pasión, sino porque son de fierro, de oro, de todos los metales preciosos juntos. Con las cuales tenés anécdotas imborrables, todo empieza con un "uhh, te acordás de aquel partido, aquel viaje, aquella salida" y siempre hay algo para aportar, para reírte, para hacer un chiste. Cada vez que los ves tenés la felicidad asegurada, porque esas personas son tu felicidad. Porque vivir todo lo que vivís, no sería lo mismo si no lo vivís con ellos. Porque seguramente cuando alguien nombra a una persona hincha de River y de Rosario, vos enseguida saltás y preguntás "¿Y cómo se llama?", porque sabés que seguro la conocés. Y no, quizás nunca la sentiste nombrar en tu puta vida, pero los hinchas de River somos una familia, que nos vamos conociendo cada vez más.
Esas personas con las cuales también discutiste por bancar a un jugador o a un director técnico y hasta a un presidente, y ellos no. Discusiones que seguramente subieron de tono, y después todo volvió a quedar como antes, porque gracias a Dios somos iguales y diferentes a la vez. Esas personas que te dieron una mano cuando te faltó una entrada a vos o a algún conocido tuyo, que no dudaron en comprarte una gaseosa o una hamburguesa o directamente bancarte un viaje entero cuando estabas justo de monedas; porque saben que la felicidad que te dan esos viajes no te las da ninguna otra cosa o persona, porque te entienden, porque lo viven como vos.

River me da eso cada domingo. Abrazos con desconocidos, personas que no habías visto nunca antes y en medio de un gol se convierten en el tesoro más preciado para compartir un abrazo, un grito, un "vamos todos unidos".

River me da eso. La oportunidad de pensar que, por más que seas el más grande de Argentina, siempre se puede crecer más. Y de hecho crecemos cada día. Y esta pasión no tiene techo, no tiene límite, no tiene cordura. Y a la vez es lo más real y hermoso que te pasó en toda tu vida.
Porque llegás al Monumental y te sentís en casa. Porque ya el olorcito a adrenalina y pasión se siente desde muchas cuadras antes de llegar. Porque siempre te cruzás con un conocido y se saludan con un abrazo. Porque no existe algo tan indescriptible, y a la vez tan hermoso, tan perfecto que asusta. Porque un partido puede subirte a la cima del mundo o lanzarte al vacío más triste. Porque muchas veces sentiste que te ibas a infartar, que ya no podías sufrir más, no podías aguantar tantos nervios. Porque en la cancha vivís de todo y ves de todo, y aprendés qué cosas son buenas y qué cosas son malas, qué ejemplos seguir y de cuáles alejarte.

Pido perdón a mis viejos, porque son lo más anti-fútbol que existe y yo les salí falladita. Les salió una hija que puede estar horas mirando fútbol por televisión sin cansarse, que de hecho se ve todos los partidos cuando aparece siempre el infaltable "ME TENÉS HARTA CON EL FÚTBOL!" de mamá. Una hija loca desquiciada enferma por River que deja todo y a todos por ir a la cancha, por seguir compartiendo la vida con sus hermanos, amigos y compañeros de emoción. Pido perdón por hacerlos preocupar cada vez que voy a la cancha, porque sé que es un ambiente jodido, que siempre está latente la posibilidad de que se arme quilombo por algo y podés quedar en el medio de palazos, trompadas, incluso hasta algo peor. Les pido perdón, y a la vez paciencia, porque se los voy a seguir haciendo vivir... Hasta que me muera.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.