Lo extraño de encontrarse en un espacio oscuro no es el
hecho de no saber hasta dónde llegan tus límites de reconocimiento
accional-ubicacional, sino la desesperación que puede tomar mi cuerpo, la
transpiración que corre por mi mente y mi piel de gallina. Es como un golpe de
agua congelada en la nuca que me deja perpleja.
Mi cabeza comienza a maquinar miles y miles de situaciones, conflictos, esquemas y desenlaces terriblemente austeros para mi salud mental, quien se auto-juega una mala pasada durante todo el proceso.
El detalle es que no sólo imagino ladrones, asesinos, o monstruosas formaciones, lo que puede pasar durante todo el trayecto de mi oscuro viaje, es indescriptible, ilógico y hasta muy estúpido.
Puede o no estar relacionado con imágenes u hechos reales y ciertamente posibles, pero en mayor medida, no tiene algún sentido.
Mi cabeza comienza a maquinar miles y miles de situaciones, conflictos, esquemas y desenlaces terriblemente austeros para mi salud mental, quien se auto-juega una mala pasada durante todo el proceso.
El detalle es que no sólo imagino ladrones, asesinos, o monstruosas formaciones, lo que puede pasar durante todo el trayecto de mi oscuro viaje, es indescriptible, ilógico y hasta muy estúpido.
Puede o no estar relacionado con imágenes u hechos reales y ciertamente posibles, pero en mayor medida, no tiene algún sentido.
Lo peor es que me hago la interesante, porque quizá todo
ese momento, esa persona vestida con un traje multicolor, zapatos enormes y de
rara forma, nariz roja, rulos naranjas y un estrepitoso bonete quería sólo
pasar, quería sólo seguir su camino. Pero no, ella tenía que asumir que venía
tras ella, que era para devorarla y que todo el objetivo en la vida de esta
criatura, era ella.
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