Hay ilusiones que nos mantienen vivos. Todos tenemos una.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Dejar fluir

Una hoja en blanco y yo. Y una birome en mi mano. Y mil ideas desesperándose por salir. Me deja muy tranquila llevar un cuaderno a todos lados, por si brota la necesidad de expresarme. Me siento segura, con un arma en la mano, o algo así. La mejor de las armas, la que no lastima ni intimida, la que consigue vaciar tu mente de ideas peligrosas, saturadas, de mucho ruido. Mi mejor psicóloga: la palabra, la expresión.
Muchas peleas sin sentido no hubieran tenido lugar si hubiésemos reemplazado los reproches hirientes e impuntuales por un renglón lleno de tinta, y hasta garabatos tal vez. Muchos mensajes enviados de los que luego nos arrepentimos, cambiando radicalmente de opinión sobre el mismo o sólo queriéndole dar otro sentido u otra manera de decirlo.

Así que acá, una vez más, mi cuaderno y yo, sentados en una vereda bajo un rayo de sol que 10 minutos atrás era agradable y ahora me molesta porque me acalora. ¿Así es como pasa con todo? Dura un tiempo de una manera, haciéndonos sentir así o asá; y luego pasa a otro período donde nos produce otras cosas... Lo miramos objetivamente tal vez, en una tercera persona que nos permite analizar todo. O es primera persona, soy yo misma, más que nunca, quitándome el velo de los ojos. Así, como el rayo de sol... En un principio era algo bueno, después pasó a molestarme por el simple hecho de durar cierta cantidad de tiempo en la misma posición.

En definitiva, no importa si no consigo escribir realmente lo que quiero, ya el hecho de dejarme fluir me tranquiliza: 2 palabras que van a leer bastante seguido en este blog, por lo menos durante un tiempo: DEJAR FLUIR, porque estoy en esa etapa.


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