Hay ilusiones que nos mantienen vivos. Todos tenemos una.

viernes, 9 de mayo de 2014

Sobre gripe y manifestaciones inconscientes.

Acabo de tener un sueño muy extraño que me dejó confundida. Literalmente, acabo de abrir los ojos; me había acostado después de almorzar porque la gripe vino a tocarme la puerta; y al despertarme, con una mezcla de casi tristeza y algo de perplejidad, sentí la increíble necesidad de desahogarme en el blog y sacar todo esto afuera.
La cosa es que a veces, y digo a veces porque se da muy de vez en cuando, vamos con papá a tomar algo por ahí y charlar un poco. Siempre terminamos hablando de lo mismo que en casa: de lo mal que me manejo para encarar algunos temas, de que me ve estancada sin saber para dónde disparar, que quiere que deje de carrastrear y levante vuelo. Y las últimas dos veces creo que fuimos acá cerca, a un barcito situado en una plaza con muchos árboles.
En mi sueño, parece que íbamos a ese bar porque nos bajamos del auto en la misma placita. En el mismo instante en que nos adentramos unos pasos y quisimos llegar al río, o al menos caminar en esa dirección, se hizo muuuy de noche. No se veía nada, sólo árboles a nuestro alrededor, y nos inundaba esa sensación de estar perdidos. Yo recordaba que hacía unos segundos había subido unos escalones y volví hacia atrás para bajar uno por uno, contándolos. ¿Para qué? No sé, pensaba que eso me iba a dar alguna idea de dónde estábamos y hacia dónde teníamos que ir; aunque la cantidad de escalones iba a ser la misma subiéndolos que bajándolos, y nada iba a cambiar saber eso.
10. 10 eran los escalones, bajé contándolos al grito de "¡Esperame! ¡No me dejes acá sola!" cuando vi que papá también se sentía perdido, y decidió contar los pasos que había entre el principio de la cuadra y el lugar donde supuestamente habíamos dejado estacionado el auto. Y digo supuestamente, porque ni el auto se veía ya. Sólo árboles. Sólo la oscuridad. Y nosotros dos.
En ese momento se acercó hasta mí y yo, parada en el primer escalón (o en el último si tenemos en cuenta que los había bajado), le estiré los brazos para que me haga upa, diciéndole que "haga" de cuenta que yo era chiquita, como hacía mucho tiempo atrás.
Lo que ahora no recuerdo es qué pasaba después, porque el sueño duró unos segundos "reales" más, lo que significa que duró bastante más tiempo en mi inconsciente. Lo único que sé es que me desperté con mucha angustia, muchas ganas de llorar y muchas ganas de abrazarlo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.